Ramiro González tiene una cervecería en una zona de moda en Ciudad de México. Siempre sospechó que el grueso de su clientela podría entrar en la categoría de consumidor trendy. Hoy, dice, ya no tienen dudas al respecto: en los últimos dos años, no es raro que alguien pregunte si puede pagar con criptomonedas -sobre todo con bitcoin- su jarra de cerveza y dos hamburguesas. Cuando pasa esto, la respuesta de Ramiro siempre es la misma: sólo se aceptan pesos mexicanos, en efectivo o con pago con tarjeta bancaria, crédito o débito.
A Ramiro le gustaría aceptar las criptomonedas -cree que la opción sería bienvenida por su clientela y, por si fuera poco, proyectará a su negocio como un comercio innovador-, pero imagina que ofrecer la posibilidad implica un proceso demasiado complicado. También le preocupa que bitcoin, por ejemplo, no es una moneda de curso legal en su país, lo que limitaría la capacidad de aprovechar la divisa.
Este comerciante mexicano, al igual que muchos otros retailers en Latinoamérica, necesitan una visión más equilibrada del fenómeno cripto.
En el mercado ya existen sistemas Punto de Venta (PoS, por sus siglas en inglés) especializados en criptomonedas, desde soluciones de software que funcionan en teléfonos móviles hasta terminales PoS como las que hoy utilizan miles de comercios (iguales a los equipos que te acercan para procesar tu pago con tarjeta en un comercio). Si el negocio ya está acostumbrado a los pagos móviles (por ejemplo, los que aprovechan códigos QR) y las terminales PoS, las soluciones especializadas en criptomonedas no serán motivo de inquietud, ya que funcionan de la misma manera -no se requerirá un curso de dos meses para aprender a usarlas.
Recibir un pago en criptomonedas, en principio, no parece una idea razonable: en muchos países de nuestra región, no será fácil usarlas para comprar insumos, liquidar servicios (agua, luz) o pagar la nómina del negocio. En este sentido, es importante aclarar que los proveedores de soluciones de pago operan, en buena medida, como un exchange. Cuando contrata el servicio de una de estas compañías, el negocio debe proporcionar una cuenta bancaria tradicional, a la cual se vinculará una wallet. Al realizar una venta en bitcoins -por ejemplo-, el comercio puede optar por conservar las criptomonedas en la cartera, o bien, convertir los bitcoins en moneda local (o dólares) que será depositada en la cuenta bancaria registrada; desde ahí, el monto de la “criptoventa” puede ser retirado o transferido para pagar a un proveedor. Es decir, las criptodivisas sí podrían aprovecharse en el día a día del comercio.
Los proveedores de estas soluciones cobran una comisión por cada transacción (entre 2% y 3.99%, más los impuestos que apliquen en cada país), y el negocio recibe el monto de la venta en un lapso de entre 24 y 48 horas. En el caso del hardware PoS para criptomonedas, el costo de un equipo sencillo se ubica en el rango de los $400 dólares.
En términos reales, estas compañías no operan en forma muy distinta a los procesadores de pagos que ya conocemos (bancos tradicionales, compañías Fintech). Si te interesa conocer más sobre el tema, te recomendamos las páginas de tres compañías: Pundi X, Cryptobuyer y Xpay, las cuales registran operaciones en Latinoamérica (ahí también encontrarás los requisitos que piden a los comercios).
La vacilación de Ramiro (aceptar o no criptomonedas) puede ser entendible. El ecosistema económico de las criptomonedas es una obra en construcción -que felizmente avanza con buen ritmo, con negocios en Argentina, Brasil, Chile, Colombia, El Salvador y México ya aceptando pagos con criptodivisas. En todo caso, nada impide que un comercio latinoamericano, desde hoy, tome sus primeros pasos en el mundo del retail “cripto”, y que lo haga con seguridad y confianza.
