Los seres humanos, desde el inicio de nuestras vidas, buscamos absorber conocimientos para desarrollarnos y nutrir nuestro intelecto. Se podría decir que somos ávidos consumidores de información desde los tiempos más remotos. Información que utilizamos en nuestra comunicación. Hoy con la revolución Web3 más que consumidores comenzamos a ser protagonistas en este cambio.
Indiscutiblemente, la Web3 está transformando los alcances de la comunicación en la era digital.
Presenciamos una nueva revolución tecnológica y el crecimiento de comunidades descentralizadas, más participativas y democráticas.
En este nuevo escenario, la seguridad y control sobre nuestros datos es clave. El usuario es protagonista de la comunicación y dueño de su información.
Necesitamos aprender de este nuevo ecosistema para adaptarnos al cambio y abrazar este nuevo paradigma de comunicación.
Con la evolución de la tecnología, la ‘sociedad de la información’, como me gusta llamarla, fue mutando de manera vertiginosa: pasamos de ser simples consumidores de la inagotable cantidad de contenidos con la que nos deslumbró la Web1 (conocida como web estática), a entusiasmarnos con el nuevo escenario que nos presentó la Web2 (o web social) con el protagonismo estelar de la constante interacción que trajeron consigo las redes sociales. Habíamos dejado de ver el show desde la platea para convertirnos en protagonistas, para interactuar con otras personas, comunicarnos, compartir y replicar información. Ya no consumíamos sólo aquello que nos ofrecían los buscadores, sino que replicábamos por miles y hasta por millones aquella información que nos parecía de interés o incluso que era de nuestra propia autoría. Sin ningún lugar a dudas las reglas de la comunicación ya estaban cambiando.
El boom de la Web3
La evolución de internet ha sido un catalizador para transformar la forma en que nos comunicamos y consumimos información. En el pasado, las noticias y la información fluían en un solo sentido: los medios tradicionales eran los emisores y el público era el receptor pasivo. Sin embargo, con la llegada de la Web3, estamos presenciando una revolución en la forma en que nos comunicamos, interactuamos, consumimos noticias y comprendemos el mundo que nos rodea.
En lugar de depender de plataformas centralizadas controladas por grandes empresas tecnológicas, la Web3 se basa en la descentralización, la transparencia y la participación activa de sus usuarios. Se trata de la tecnología blockchain, una estructura de datos distribuida e inmutable que garantiza la seguridad e integridad de la información compartida.
Estamos aprendiendo a vivir la era de la democratización de la información: la Web3 está eliminando la dependencia de intermediarios centralizados en la distribución de información que fomenta una mayor diversidad de perspectivas. Los usuarios ahora tienen acceso a una variedad de fuentes descentralizadas, lo que democratiza la producción y el acceso a la información.
Los usuarios dimos un paso al frente para ser las estrellas indiscutidas del nuevo tratamiento de la información. La Web3 dio lugar al surgimiento de comunidades descentralizadas en las que los usuarios pueden interactuar, debatir y contribuir activamente al contenido y la información que consumen. Los miembros participan de la toma de decisiones sobre la dirección y el contenido de las plataformas, lo que empodera a los usuarios y crea una mayor sensación de pertenencia ¿Se podía inventar algo más atractivo?
Ciberseguridad
Pero todo aquello que es nuevo o desconocido suele generar temor. ¿Corren peligro mis datos personales dentro de la Web3? ¿Es posible resguardar mi privacidad? Con la Web3, los usuarios tienen un mayor control sobre su información personal y pueden decidir de manera más informada qué datos desean compartir y con quién. Esto representa un cambio significativo en comparación con la Web2, donde los datos personales a menudo eran objeto de explotación comercial sin el conocimiento o consentimiento del usuario.
Para ingresar en este infinito mundo de datos e información al alcance de la mano es lógico que debamos tomar resguardos, pero principalmente que nos informemos sobre las reglas de juego que hoy nos toca jugar.
La creación de identidades digitales y la gestión adecuada de datos personales se convierten en cuestiones cruciales a medida que los usuarios interactúan en entornos descentralizados. La encriptación y la protección de datos deben ser prioridades para salvaguardar la privacidad en el mundo Web3.
En conclusión, la llegada de Web3 está cambiando radicalmente la manera en que nos comunicamos, consumimos información y la replicamos. La descentralización brinda nuevas oportunidades para una comunicación más justa, transparente y participativa. Sin embargo, también plantea desafíos en cuanto a la seguridad y la privacidad, lo que requiere un enfoque cuidadoso y responsable. Modifica la forma en que utilizamos nuestros datos y cómo se resguardan. La transición hacia un mundo Web3 está en marcha, es esencial que nos adaptemos y comprendamos las implicaciones de estos cambios para abrazar este nuevo paradigma de la comunicación.
SOBRE EL AUTOR
Sabrina Santopinto es periodista especializada en capacitación y diseño de estrategias de comunicación. Cuenta con más de 15 años de experiencia y relacionamiento con periodistas y medios de Latinoamérica. Se especializa en media training para CEOs y líderes de compañías y desarrolla estrategias de comunicación para empresas de distintas áreas de expertise.
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